En las últimas semanas se ha vuelto recurrente un tronido en mi cadera izquierda…
Surge si bailo o si me muevo brusco. No hay dolor, sólo tronido.
En las últimas semanas se ha vuelto recurrente un tronido en mi cadera izquierda…
Surge si bailo o si me muevo brusco. No hay dolor, sólo tronido.
Ansiedad, dolor, confusión, tristeza, impotencia, son sensores que me indican hacer ajustes.
En general, tienen avisos previos más sutiles.
Si hay una emoción que me abruma, trato de rastrear sus antecedentes para hallar la causa y solucionarla, integrarla o soltarla.
Tu mejor consejero es tu cuerpo.
Insomnio, taquicardia, lágrimas, malestares estomacales, temblores, comezón, contracturas…
Son elementos que ilustran algo pendiente, y sí se acentúan, por lo general tratan de protegernos o ubicarnos.
“Fluye”,
“suelta”,
“confía”.
Son intenciones que me parecen liberadoras, pero si me obligo a experimentarlas, generan lo opuesto:
Me pongo a analizar de más, me pasmo o hago movimientos torpes.
Creo que hay cierta lucidez cuando me hago responsable de mis emociones desagradables y dejo de culpar a algo o a alguien de un malestar…
…pero también es frecuente que surja impotencia cuando trato de trascender esa emociones y entre más “maduro”, “evolucionado”, “mejor persona”, “menos intenso”, trato de ser…
…tiendo a amplificar esas emociones incómodas.
Durante toda mi vida he sentido vergüenza.
El miedo al rechazo, la búsqueda de aprobación, la preocupación por hacer el ridículo se presentan con frecuencia en mi historia.
Al dar terapia descubrí que pelear con una emoción la acentúa.
Y fue liberador descubrir que jugar con la vergüenza puede integrarla, compartirla o volverla una experiencia dulce.
El trámite para llegar a esta conclusión jamás se me hubiera ocurrido: un mameluco.
Considerado el texto anterior, ahora propongo una medida concreta que posibilita la certeza al respetar un proceso de incertidumbre.
La idea la tomé de un paciente que terminó una relación y se hundió…
Empezó su duelo con una resignación atípica:
en lugar de obligarse a estar bien, se permitió deprimirse el fin de semana que pasó la separación.
Una paciente me contaba de su sobrina…
Tiene 12 años y su mamá le encontró un hueco en el cuero cabelludo…
Al parecer se estaba rascando por ansiedad.
Seguir leyendo Mis miedos infantiles que que creo preocupaciones adultas
Creo que con cierto nivel de consciencia llega una frustración muy particular:
Estar tropezando con la misma piedra y que haga lo que haga concluyó con una emoción incómoda.
Por lo general rechazo emociones que no me hacen sentir cómodo, por ejemplo: la tristeza, el dolor, la confusión y, en particular, la ansiedad.
El reflejo de rechazar es natural si algo lastima, pero la mayoría de las veces, rechazar una emoción, la amplifica.
Una forma amable y más práctica de diluir un sentimiento desagradable implica tomarlo como combustible.