“Háblame bonita.”
Así susurro.
Cierro los ojos.
Pongo mis manos en ella.
Respiro.
Bajo la cabeza.
“Háblame bonita.”
Así susurro.
Cierro los ojos.
Pongo mis manos en ella.
Respiro.
Bajo la cabeza.
Un tema recurrente que encuentro en libros, en clases, con pacientes, que me intriga y veo que si integro me hace la vida más fácil o más sabrosa, viene de “escuchar”.
En junio empezó, se consolidó en julio y agosto: una crisis rara.
Somatización es la manifestación de conflictos emocionales en el cuerpo, sin un fundamento orgánico.
Me reconozco como hipocondríaco, varias ocasiones he ido con un médico especialista a revisar radiografías y análisis sin hallar respuesta a algún achaque…
Hace unos días empecé con unas molestias en el hombro, en parte creo que por andar algo flojo con la actividad física…
Sin saber bien cómo retomar el ejercicio, decidí que volvería a nadar.
Sólo para rehabilitar. Sólo para sanar.
No era por bajar grasa o peso, ni ser más rápido o fuerte, era por aliviar una inflamación leve que no desaparecía.
Todo lo que haría iba orientado a esa pregunta:
“¿Me sirve para sanar?”
Hace unos días una paciente me compartió como, sin intención, se descubrió pasándola bien, aún sin estar al cien en sus emociones.
Estuvo jugando en la playa en Cancún, un viernes…
Hasta ahí, creo que no es tan difícil, pensar en pasarla “bien”.
Hace 3 meses me hicieron un par de cirugías.
Una varice y 2 quistes.
Como nunca me habían metido bisturí si tenía bastante recelo a ese trámite…
Y como nunca tuve molestias dejé pasar 10 años…
Tiendo a viajarme al pasado.
Me atoro con facilidad en mis recuerdos, al revisar mis diarios, o escuchar canciones, repetir películas o recorridos… y lo digital no es una excepción:
Ayer me llegó un correo de “Mis Rutas” de Google maps. En ese momento recordé la idea de entregarme al presente, lo que no me es muy fácil por mi compulsión a tomar como referencia el pasado e idealizarlo para distraerme de mi ahora.
Yo puedo ser una persona difícil…
Admítelo.
Igual que todo el mundo, tengo mecanismos defensivos que me convierten en una persona difícil de conocer.
Mi actitud defensiva es una protección contra la humillación y la crítica, es un manera de intentar controlar mi entorno.
Detrás de mis mecanismos de defensa está el deseo de estar cómodo con la gente, pero en vez de arriesgarme al rechazo, aparto a los demás de mí.
Como la repetición es una manera de aprender, escribo esto que es muy parecido a una entrada del 2019 intitulada :
“Construye tu refugio.”
En esta línea, ahora me diría:
“Construye tus templos”.