Cuando te lo digo, me lo digo

Candil de la calle, obscuridad de su casa.

En casa del herrero, cuchillo de palo.

Nadie es profeta en su propia tierra.

Hay múltiples dichos que ilustran la incongruencia humana.

Más allá del desencanto que podría causar una postura cínica al respecto, una óptica que me orienta mucho es la versión que un amigo y colega me decía hace unos años:

CUANDO TE LO DIGO A TI, ME LO DIGO A MÍ.

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