Es una idea que me compartió una paciente para referirse a la relación con sus colaboradores y generar un sentido de responsabilidad cuando la relajación pasa al descuido.
Seguir leyendo A nadie le hace daño un calambre de vez en cuando
Es una idea que me compartió una paciente para referirse a la relación con sus colaboradores y generar un sentido de responsabilidad cuando la relajación pasa al descuido.
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Un libro que me parece muy práctico y puntual es Hábitos Atómicos de James Clear.
De este texto en otra entrada registré como me impactó la idea de que “no hay un mal entrenamiento“, en la búsqueda de permanencia y profundidad de experiencias que me apetece vivir.
Ahora me gustaría sintetizar a MUY grandes rasgos de qué va este libro: es una fórmula para eliminar malos hábitos y agregar buenos con pasos muy definidos.
Sin proponerme descubro, aunque es un reto constante, que la manera más pronta de tramitar una sensación que no me gusta supone hacer las paces con ella.
Primero en la lógica, el concepto puede ser extravagante, pero en momentos de mucha fragilidad el cerebro está abierto a opciones. El segundo filtro que aparecerá antes del alivio implica a la ejecución.
Al no haberme rendido al dolor, la tristeza o a la ansiedad, es natural que no sepa cómo se puede realizar esta entrega a la emoción.
Descarga y terquedad son un par de atributos que se manifiestan con regularidad en mi vida, y que puedo ocupar hacia mi paz mental.
Indecisión, inconformidad y culpa: esas son mis 3 tendencias.
A partir de escribir y revisar, agregando lo que escucho con pacientes, me resultó liberador darme cuenta de esas 3 intentos de huida, que terminan por volverse 3 reciclajes.
Como organismo vivo que soy es inevitable encontrar movimiento y fricción, en consecuencia: estrés.