Me doy cuenta que con mucha frecuencia me siento desorientado. Cuando surge esa sensación es muy fácil que me mueva de 2 formas:
1. Al pasado con recuerdos o al futuro con esperanzas o miedos, y:
2. Al juicio de catálogo de “lo bueno y lo malo”.
Me doy cuenta que con mucha frecuencia me siento desorientado. Cuando surge esa sensación es muy fácil que me mueva de 2 formas:
1. Al pasado con recuerdos o al futuro con esperanzas o miedos, y:
2. Al juicio de catálogo de “lo bueno y lo malo”.
Cruzar esa línea me ocasionó caerme de la bicicleta.
Ir sentado con las manos lejos del manubrio, algo rápido, por una calle conocida, sin trafico por ser día de Super Tazón en un dia esplendoroso, así fue el escenario.
Pequé de confiado.
Con lluvia, de noche, con autos ando más atento.
Pensamientos que pasaron por mi cabeza por este evento:
Seguir leyendo La delgada línea entre la confianza y la arrogancia
Continuo con las herramientas para encontrar alivio a partir del acto de preguntar.
Ya había mencionado cómo preguntar “¿Qué gano?”, en una experiencia que de entrada nos deja vulnerables, es un recurso para mover atención, y que a partir del cambio de perspectiva que permite esta cuestión, podemos romper un sufrimiento que se vuelve exponencial, aún cuando puede que ya haya concluido un acontecimiento que nos causó dolor.
Una pregunta que va más lejos aún, es:
“¿Qué aprendo?”