A quién hacerle caso

Tu mejor consejero es tu cuerpo.

Insomnio, taquicardia, lágrimas, malestares estomacales, temblores, comezón, contracturas…

Son elementos que ilustran algo pendiente, y sí se acentúan, por lo general tratan de protegernos o ubicarnos.

A mí me gana el análisis, argumentar y contraargumentar conmigo, hacer listas de pros y contras, gráficas, diagramas y pronósticos.

 

Son recursos valiosos, pero…

 

Si un malestar físico o emocional persiste y se acentúa, me funciona empezar a a sentir mis incomodidades como un instructivo para aclarar algo que me agobia y que mi lógica no está lista para aceptar.

Sólo me pregunto:

“¿Qué me quieres decir ansiedad?”

“¿Qué me quieres decir insomnio?”

“¿Qué me quieres decir corazón apretado?”

 

En los momentos de mayor incomodidad, estas preguntas me aligeran pues me ayudan a soltar una batalla perdida. Dejo de luchar por “estar bien” y asumo algo que duele como un herramienta.

 

Las preguntas quedan en el tintero y con el paso del tiempo, los malestares disminuyen cuando les hago caso y esbozan respuestas para decidirme a hacer movimientos diferentes a los que mi lógica justifica pero no me alivian.

 

Si llevas un rato prolongado con algo que te duele y no hay explicación médica para ese síntoma.

 

Escúchalo, dialoga con él, pregúntale que quiere decirte.

 

Hay algo que te conviene soltar o cambiar.

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