Somatización es la manifestación de conflictos emocionales en el cuerpo, sin un fundamento orgánico.
Me reconozco como hipocondríaco, varias ocasiones he ido con un médico especialista a revisar radiografías y análisis sin hallar respuesta a algún achaque…
Eso llega a ocasionar incertidumbre al no encontrarle razón de ser a alguna sensibilidad.
Una idea que me tranquiliza cuando agarro un veredicto médico para estresarme, es considerar la somatización y preguntarme por qué agarro mi cuerpo como interlocutor con alguna incomodidad física que no tiene etiología orgánica.
De ahí salto a una segunda pregunta: por qué creo que me gusta tanto el ejercicio físico, y mi respuesta es porque ahí mi cuerpo, también es intermediario, pero orientado: expreso en movimiento algo que no llega a desbordarse por aparente enfermedad.
A partir de esta claridad me cuestiono para qué entreno en este momento de mi vida.
No es para competir, ni por patrocinios, ni para explorar mis límites físicos…
Sino por amor hacia mi mismo, por cuidado a las articulaciones, estímulo a los músculos, flexibilidad para mi ser y expresión para emociones que son difíciles de experimentar en quietud.
Para sanar, para disfrutar, para desahogar, para conseguir respuestas, para mover energía, para eso entreno…
Trato de estar atento tambien al momento en que empiezo a agarrar el ejercicio para maltratarme o evadir, también me sucede.
Una pregunta que me orienta hacia el alivio emocional en la expresión corporal es:
“¿Qué quiero decir con mi cuerpo?”
Y esa pregunta deriva de otra que antes sugiere mi hipocondría:
“¿Qué está diciendo mi cuerpo que me duele?”
Así como mi cuerpo me habla por habla con inflamaciones y sensibilidades diversas por estrés mal gestionado…
¿por qué no considero invertir el proceso, y yo hablarle a mi cuerpo con movimiento consciente?
Si no ando inspirado, agradecido u optimista, está bien…
Y no necesito sufrir mis “malos” sentimientos.
Puedo ocuparlos como combustible:
estirar mi rigidez, oxigenar el ahogo de mi ansiedad, nadar mi tristeza, rodar mi frustración, bailar mi impotencia.
Además de usar las emociones como motores, también orientar el movimiento me parece una manera de desmantelar la somatización.
A este respecto una paciente me comentó que en yoga su maestra les pide al inicio dedicarle a esa clase una intención.
Ni siquiera es un tema espiritual, sino de enfoque, Stephen King tiene su “lector ideal” en quien piensa cuando escribe, no lo hace para un público genérico, escribe pensando en las carcajadas, miedos y lágrimas de su esposa Tabitha.
Que el ejercicio no sea sólo compulsión o un ritual superficial de salud sino también expresión con intención.
Como mi paciente en sus clases de yoga o Stephen King con su escritura pienso en:
¿a qué o a quién dedico esta escalada, esta nadada, este entrenamiento, esta rodada, esta meditación..?
Y ahí encuentro un primer paso para adueñarme de la expresión de mi cuerpo, en lugar de que ella me hablé a mí…
Ahí creo que se puede empezar a “somatizar bien”.
Y pensar si lo que me dice/le digo a mi cuerpo también me ayuda a sanar, como en una entrada anterior decías.
Mi abuelo decía, cuando tenía demasiado trabajo en el sembradío y con sus animales de granja, “no tengo tiempo de enfermarme” y luego, se enfermaba y mi abuela le decía, “no estás enfermo, estás cansado” y aprendí que a veces así es, el cuerpo pide parar, avanzar, definir, etc, de formas muy poco elocuentes o elegantes…
Nunca había pensado hacerlo al revés, qué le quiero decir a mi cuerpo cuando fumo? cuando bebo? cuando no duermo o duermo demás por estar deprimida? y, peor… eso es lo que quiero comunicarle?
Me has dejado atrapada, Arturo… excelente entrada!!!
¡Gracias por comentar Soledad!
Así como te quedaste tú, así me pasmé yo cuando se me filtró esta idea a la cabeza, de como es el diálogo que tengo conmigo a través de mi cuerpo y su respuesta.
El cuerpo habla con nuestras posturas, gestos, enfermedades, fortalezas…
Por ahí en platicas Ted, hay una conferencista que menciona cómo puede influye asumir ciertas “posturas de poder” como un ejercicio para mejorar nuestro estado de ánimo.
Así como tu mencionas, vale la pena considerar: ¿qué le estoy comunicando ami cuerpo con mis hábitos?
¿Qué me responde él?
En un libro que se llama “La Desaparición del Universo” de Gary Renard, el autor tiene una descripción muy cruda en su prólogo con la que me llego a identificar:
“Me di cuenta que estaba en guerra conmigo mismo…”
Y creo que el cuerpo es una evidencia de esta dinámica.
Pensamos en relaciones “tóxicas” con la pareja, con la familia, con amistades, en el trabajo…
Y se nos olvida a veces la que tenemos con nuestra sombra…
¡Abrazo grande Soledad!