Tardé mucho en darme cuenta del impacto práctico que pueden tener las preguntas.
Normalmente lo que hacía, era dar por supuestas las cosas y emociones que sentía. Y si algo me molestaba sólo lanzaba una pregunta supeficial como reclamo.
Al trabajar con pacientes me he dado cuenta cómo las preguntas me orientan y me aclaran con la persona que escucho.
“Apetecer“, es un verbo al que le agarro gusto de poco tiempo para acá.
Me resulta muy práctico en mi día a día.
Cuando menos me estreso, es cuando algo se me antoja. En esa posición no existe una necesidad por alcanzar; por consiguiente no hay miedo a la pérdida o al fracaso.
Apetecer, es una intención que me ayuda a soltar espectativas y a moverme con curiosidad y ligereza con ganas de dejarme sorprender.