Cómo manipular a tu pareja o cómo darte cuenta de que te manipulan
Con mucha frecuencia escucho en terapia de pareja o en terapia individual descripciones de relaciones en las que una persona herida habla de alguien que la lastima o siente que la manipula.
Creo que cuando uno está vulnerable, la perspectiva que asumimos es la del dolor y, entonces, vemos a las personas más cercanas como enemigos que nos hacen posible la vida.
Es una constante en el consultorio, también, darme cuenta que cada vez que construimos una relación significativa, construimos patrones de comunicación de los que no nos damos cuenta.
Estos protocolos surgen del conjunto de relaciones pasadas que tuvimos y que nos marcaron para momentos placenteros o para dejarnos cicatrices.
Nos volvemos especialistas en un tipo de comunicación que nos genera resultados prácticos para interactuar y sobrevivir con el mundo.
Ocurre que cuando llegamos a terapia con un psicólogo es porque estos protocolos de comunicación no nos están funcionando tan bien como en otras ocasiones. La forma en que nos relacionamos con los otros genera más dolor que satisfacción y empezamos a sentirnos muy vulnerables.
El título de este post se refiere a una situación que veo con regularidad, en donde una persona me comparte en el consultorio que siente que su pareja l@ manipula…
Digo con frecuencia, en broma y en serio, que una receta infalible para enganchar o engancharse con alguien es generar contradicción en la comunicación…
Lo suelto de la siguiente manera:
Un zape, una caricia, patada, caricia, caricia, silencio, caricia, caricia, golpe… es la fórmula segura para enganchar a alguien (o para que nos enganchen).
Por desgracia esta forma de convivencia, si bien genera una relación muy estrecha, también la desgasta y la llena de resentimiento.
Un manera de resolver esta dinámica supone hacerla consciente y cachar nuestra naturaleza contradictoria como parte de una realidad algo caótica que busca comunicarse y conectarse de una manera que a veces no nos gusta reconocer.
