Tardé mucho en darme cuenta del impacto práctico que pueden tener las preguntas.
Normalmente lo que hacía, era dar por supuestas las cosas y emociones que sentía. Y si algo me molestaba sólo lanzaba una pregunta supeficial como reclamo.
Al trabajar con pacientes me he dado cuenta cómo las preguntas me orientan y me aclaran con la persona que escucho.
Es una dinámica que yo hago también para mí, ya no como como búsqueda de respuesta.
Me he dado cuenta que lanzarme una cuestión sin presionarme por responderla, me da más posibilidades de encontrar claridad por el puro hecho de que preguntar implica hacer una pausa.
Si me detengo, ya empiezo a generar cambios en las experiencias que me frustran o me intrigan. Tomo distancia. Una amiga me compartió una idea que utiliza en momentos de crisis, la leyó y se me hace muy puntual:
Permíteme verlo de otra manera.
Sólo dejar de moverse ya agrega un nuevo elemento a la cultura frenética en que vivimos y pensamos.
Y muchas veces frenar, dejar de hacer, ya empieza a dejar que todo se acomode en ciclos donde la impotencia se retralimenta de llenar vacíos y de ocuparnos de manera arbitraria.
Por eso, preguntar, es una actividad que hago con frecuencia. En menor medida para reclamar, aunque a veces me gana mi humanidad; más seguido para buscar una respuesta práctica, y, como acto consciente, preguntar se vuelve un paréntesis que me brinda reposo para aclararme aunque no consiga una respuesta inmediata.

Esto lo explica todo…
A veces leerte hace que todo lo que me pasa tenga un poco más de sentido.
Practicaré preguntarme más sin que eso me genere estrés si no para resolverlo.
Gracias, Doc!
Espero que cultives el arte de preguntar Soledad, este acto nos da una pausa si no nos clavamos con las exigencias concretas de la lógica.
¡un abrazo!
Yo quiero saber como frenar a los preguntones esque hay personas que molestan como muchas preguntas a propósito
A veces los preguntones incómodos son una manera de ir generando consciencia de temas que tenemos pendientes.