Yo puedo ser una persona difícil…
Admítelo.
Igual que todo el mundo, tengo mecanismos defensivos que me convierten en una persona difícil de conocer.
Mi actitud defensiva es una protección contra la humillación y la crítica, es un manera de intentar controlar mi entorno.
Detrás de mis mecanismos de defensa está el deseo de estar cómodo con la gente, pero en vez de arriesgarme al rechazo, aparto a los demás de mí.
Levantar mis defensas no me va a ayudar a encontrar compañía.
No es simple desembarazarse de los aspectos difíciles y testarudos de mi personalidad de un jalón.
Hundir los talones como un niño berrinchudo en el suelo y gritar:
“¡No pienso moverme!
¡Tendrá que moverse el mundo a mi alrededor!”
Es sólo una manera de mostrar mi frustración con la vida, mis amigos, mi pareja, mi familia y todo lo que se cruce en mi camino.
Deseo tener más control pero no puedo, así que me vuelvo una persona difícil.
Tal como recordaba un hombre obstinado a sus hijos cada otoño, “Quizá no pueda controlar el tiempo que hace ni el precio de la gasolina, pero por Dios que puedo controlar la temperatura de mi casa y la factura de la gasolinera”.
Con independencia del frío que llegará a hacer en otoño en el medio Oeste, él no ponía la calefacción hasta el 15 de noviembre, y el termostato jamás subía más allá de los 18 °C.
¿Qué es lo que me convierte en una persona difícil de conocer?
¿Qué papel necesito desempeñar en mis relaciones?
¿Para mí es importante tener la razón?
¿Es importante tener el control?
Aunque sea una persona abierta y cálida, eso no significa que resulte fácil de conocer.
¿Cómo establezco mis relaciones personales?
¿Qué reglas exijo para que funcionen?
¿Cuáles son mis patrones donde soy terco?
Vale la pena que anote cuando ese patrón surja y me pregunte:
“Ahora que estoy comportándose de forma testaruda…
¿Por qué lo hago?
¿Cuáles son mis motivos personales?
¿Busco llamar la atención?
¿Deseo controlar esta situación?
¿Necesito que me consideren ganador o que me den la razón?
Hacerme responsable de mis actos significa algo más que reconocerlos; significa modificar mi conducta conscientemente, poco a poco.
Me recuerdo que las contradicciones son el diseño de este universo.
Puedo ser obstinado y cariñoso. Puedo ser ambas cosas.
Ser difícil o testarudo no me es de utilidad ni a mí, ni a nadie.
La intimidad y las relaciones se construyen en un toma y daca mutuo, confianza, humor y gozo en las dones de cada quien.
Si trabajo en mis conflictos de carácter, puedo empezar a considerar todo el bien que hago al ayudarme a investigar la razón por la que soy testarudo.
Adaptación de:
Caroline Myss, Las Siete Moradas, B de Bolsillo, Penguin Random House Grupo Editorial, México, 2020, págs. 219, 220.