Tiendo a viajarme al pasado.
Me atoro con facilidad en mis recuerdos, al revisar mis diarios, o escuchar canciones, repetir películas o recorridos… y lo digital no es una excepción:
Ayer me llegó un correo de “Mis Rutas” de Google maps. En ese momento recordé la idea de entregarme al presente, lo que no me es muy fácil por mi compulsión a tomar como referencia el pasado e idealizarlo para distraerme de mi ahora.
Caché que ver “MIS RUTAS” es ir al pasado para reciclar.
Creo que parte de la magia de sentirme tan pleno a veces, viene de soltar evidencias pasadas: dejar de ver agenda, calendario, conversaciones de WhatsApp, fotos…
Dejar de alimentar el mundo interno con estímulos si estos me generan dolor, competencia, añoranza, sensación de pérdida o insuficiencia.
Dejar de anclarme al pasado es un entrenamiento.
Y hacerlo de forma gradual si no estoy acostumbrado, me lleva a construir inercia en ser presente.
Quizá no pueda evitar pensamientos y recuerdos intrusivos, pero sí puedo regular alimentarlos con estímulos externos.
Es que a veces esos son lugares seguros, lugares donde te puedes sentir tranquilo porque sabes ya cuál es el final.
No son zonas de confort pero si.
:S
Zonas de lo conocido, que nos da la impresión de saber qué esperar.
No es tan fácil soltar el pasado familiar y dejarnos sorprender…
Pero se puede entrenar con pequeños desapego y pequeñas zambullidas de presencia y de incertidumbre con intención.
¡Gracias por comentar Soledad!