Psicólogos DF: ¿Cómo saber si te ama?

¿Cómo saber si te ama?

Algo que me gusta mucho de mi trabajo, es que a veces hago algo que no me enseñaron en la escuela… Incluso me sugirieron que no se hace, pero creo que sí establece una relación auténtica con el paciente y permite su equilibrio, eso que hago tiene un sentido…

Eso que hago, sin darme cuenta, es aprender, dejar que la gente a la que atiendo, también me eduque, suspender juicios y abrirme a su mundo interno. La semana pasada me llegó un correo que me movió muchas cosas, me lo compartió una paciente y le pedí permiso para compartirlo por este medio.

Me dejó pensando que muchas veces dejamos afuera responsabilidades que nos corresponden y que resultan más fáciles de resolver si las tratamos con la persona adecuada: nosotros mismos.

El correo dice así:

[…] ayer me pasó algo, no te voy a agarrar de mi confidente sin honorarios (vía mail) jajaja, así que sólo mencionaré lo siguiente, lo prometo!

Antier le pregunté a [su novio] (varias veces), ¿Me amas? (como lo hace la gente, al menos eso creo, que mi pregunta fue normal) y él respondió algo que quizá he escuchado anteriormente, pero jamás tuvo tanto impacto, ya que sus respuestas siempre habían sido del tipo “sí, mucho”, “sí mi amor”, etc.

Creo que ni siquiera pensó su respuesta y lo dijo “¿Tú te amas?”, en 3 segundos, fue como si me hubieran dado un KO y estuviera en la lona, tirada, no sabía qué hacer, me quedé en shock. Todo vino a mi cabeza para poder responderme, con él me sentí alejada, cada vez más, de pronto no quería ni pelear, ni hablar, no quería nada.

En conclusión la tarde estuvo “X”, no peleamos pero cada uno disfruto a su manera en casa, ayer a mediodía me habló para decirme que no le gustaba estar así y que nunca hubo alguna mala intención, a decir verdad, sé que no la hubo porque si hubiera sabido lo que provocó en mí, jamás me hubiera dicho eso.

Aquel día, llegamos a casa y a diferencia de otras ocasiones, me senté a escribir como me sentía (ayudó demasiado), y seguí con mi vida, con el día. Me siento bien, me siento muy diferente, fue como hacer una pausa y decir, ¿realmente me amo?

Hay mil pensamientos, raramente más motivación de mejorar, de dejar la ansiedad y no sólo llevar una mejor relación o pensar en lo más sano para ambos sino lo más bonito para mí, creo que dejé mucho de lado, mucho olvidado, me olvidé desde hace tiempo.

Quizá muy en el fondo había una responsabilidad que evadí… esa de hacerme feliz, esa de hacerme sentir plena, segura y ¡más guapa!

Hace un par de semanas decidí modificar cosas para mejorar mi vida en varios aspectos pero de pronto mi YO, se concentró más en él, remito a ello la ansiedad, la inseguridad y mil cosas feas más.

Por cierto, eres un genio en eso de “empieza a sentir”, porque hasta lo NO tan agradable funciona, funciona de maravilla, por ello te envío el premio Nobel de la Paz (interior), muy bueno el consejo.

Gracias por leerme.

Psicólogos DF: Qué gano cuando pierdo (Parte 1 de 2)

Qué gano cuando pierdo (Parte 1 de 2)



El martes platicaba con un paciente y le pedía que se preguntara algo.

Mis maestros me enseñaron a ser muy cuidadoso con prometer o garantizar algo, ya que el estado de ánimo o el psiquismo o lo que sea que llevamos dentro, es una variable cambiante e impredecible…

Sin embargo, me arriesgué a sugerirle eso, ya que he comprobado las virtudes aclaradoras de esa pregunta.

¿QUÉ GANO?

Me he dado cuenta que no hay conductas absurdas en sí… Lo que decimos, hacemos, pensamos o sentimos, tiene un sentido…
Aún lo que más nos duele, nos destruye, nos desconcierta… tiene un sentido y cuando hago pausa en un momento de confusión o desesperación lo primero que viene a mi cabeza si me pregunto qué gano es: ¡NADA!

Es la reacción normal que yo manifiesto cuando algo me rebasa, la segunda reacción que tengo si insisto aún sintiéndome un tonto que busca el hilo negro donde sólo hay frustración es un esbozo de paz conmigo.

Y entonces empiezo a descubrir que lo que hice, dije, pensé, sentí y terminó lastimándome o lastimando a alguien más fue un recurso desesperado que tenía en ese momento.

Lo más padre, es que, cuando le encuentro un sentido y luego lo platico con la persona involucrada si es que la hay (porque a veces nuestras luchas son intestinas y no hay un oponente externo), sin quitarme mi parte de responsabilidad y con la intención de reparar, esa emoción desagradable o conducta errática tiende a resolverse porque se hace consciente y deja de hacer ruido.

No nos autodestruimos gratuitamente, y una manera de evitar repetir patrones de comportamientos o emociones que nos duelen es dejar de luchar con ellos por un momento y asumirlos con consciencia.

Psicólogos DF: ¿Qué ganas cuando pierdes? (Parte 2 de 2)



Qué ganas cuando pierdes (Parte 2 de 2) o
¿Por qué me peleo?

Hace poco me cayó un veinte: tiendo a huir del conflicto, y eso provoca dos cosas:
1) O bien, desarrollo relaciones superficiales con las personas o conmigo mismo (si es que existe esa posibilidad), o bien,

2) acumulo tensión hasta que, por una trivialidad, acabo con el estómago destrozado o exploto después de aguantar muchas cosas que no quise expresar en su momento.

Si se sabe vivir, hacer drama, mostrar disposición hacia cómo vive la situación la otra persona, y se habla para resolverse, el conflicto genera confianza en las relaciones y en uno mismo para expresar algo que no te gusta sin temor a ser rechazado, juzgado o lastimado.

Es normal equivocarse, es normal, y, hasta saludable, hacer berrinches, si se reconocen y se saben modular las emociones desagradables para desahogarse sin herirse uno mismo o a alguien más.

Creo que hay dos razones por las que me peleo con gente que es importante para mí, y que si tengo claro esos motivos, será más fácil perderle el miedo al conflicto y llegar a relaciones ricas, profundas, recíprocas y prolongadas:

1. Me peleo para alejarme:

Saboteo una relación en la que siento más emociones de las que me creo capaz de manejar y pelearme, me ayuda a sentir coraje para anestesiarme del dolor de la pérdida potencial. Si me peleo contigo, te voy a odiar, si te odio, es menos difícil sentir que te voy a extrañar. Si me enojo contigo y te echo la culpa de mi malestar, hago como que voy más ligero, no siento tanta culpa y justifico mi conducta para venderme la idea de que soy el agraviado y tú eres la maldad personificada.

2. Me peleo para acercarme:

Hay ocasiones en las que una relación se vuelve cordial, gris, aburrida… y una manera de preservarla es a través del conflicto.
Me explico: Cuando estoy enojado, nervioso o asustado, siento una corriente de muchísimas hormonas en mi cuerpo. Estoy alerta e hipersensible a lo que la otra persona me diga o haga y también me preparo para lastimar y defenderme… me vuelvo muy bueno para recordar faltas y deficiencias de la persona que es importante para mí…

En ese momento estoy conectado con esa persona, la relación está viva y clara… El problema es que la relación se enfoca en estar viva para criticar, maltratar o defenderme, en lugar de estar viva para comprender el dolor ajeno o rememorar los motivos por los que esa relación vale la pena.

Si consideras estos dos puntos, la próxima vez que huyas de un conflicto, pregúntate si vale la pena caer en una relación superficial o quedarte con algo atorado en la garganta, y la próxima vez que te pelees con alguien importante para ti, pregúntate si es para sabotear esa relación o para revivirla a través del dolor con una inyección de adrenalina.

Psicologos DF: Cómo perder sin que te duela

Cómo perder sin que te duela


La semana pasada leí un cuento que venía en un libro de Jorge Bucay, me gustó mucho y decía más o menos así:

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A veces atesoramos, ese apego genera dolor

En un mercado de oriente, había un monje vestido con harapos.
Pedía limosna en el enorme bazar atestado de gente, cuando un hombre un hombre le tocó el hombro y le dijo:

-¡Oye! ¡Dame mi tesoro! Seguir leyendo Psicologos DF: Cómo perder sin que te duela

Psicólogos DF: Hasta en los celos hay razas

Hasta en los celos hay razas



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celos

Durante mucho tiempo pensé que los celos eran una manifestación de inseguridad y baja autoestima, de personas patológicamente dependientes y primitvas…

 

Así pensaba de los celos, hasta que los sentí. Entonces, me he dado cuenta que con el paso de los años me he vuelto más celoso, irónicamente, me he sentido más seguro y he disfrutado de relaciones más intensas y profundas. Seguir leyendo Psicólogos DF: Hasta en los celos hay razas

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