Hace 3 meses me hicieron un par de cirugías.
Una varice y 2 quistes.
Como nunca me habían metido bisturí si tenía bastante recelo a ese trámite…
Y como nunca tuve molestias dejé pasar 10 años…
Me inventaba diferentes justificaciones:
Que porque iba a dejar de hacer ejercicio por mucho tiempo…
que porque coincidía con un viaje fuera del país que surgió de forma inesperada…
que porque el seguro de gastos médicos mayores no respetaba el costo original y salían múltiples requisitos que en un principio no habían sido claros…
que porque no quería descuidar el trabajo…
que porque a lo mejor hacía una experiencia con ayahuasca…
El miedo adopta diferentes pretextos.
Un dolor en la cadera que se resolvió con fisioterapia en unas semanas a principio de año fue lo que me impulsó a agendar la cirugía para semana santa.
Y la experiencia fue gratamente inesperada:
Primero por el apoyo que me ofreció mucha gente, fue lindo sentirme tan acompañado.
Segundo, porque ya comprometida la fecha todo fluyó de una manera muy amable: el costo fue menor al presupuesto que me habían dado hace 2 años, la atención médica fue excelente. Jamás hubo dolor, ni durante, ni después.
Tercero, porque a partir de sentirme vulnerable físicamente conecté de una forma muy amorosa con mi papá y tíos que son adultos mayores y los vi con mucha admiración, que creo desde niño no sentía.
Cuarto, porque me permitió estar muy claro en lo que tenía que hacer en abril: sólo cicatrizar.
Nada más.
No había “prioridades”.
Sólo había una cosa: que no se botaran los puntos de las suturas.
Esto fue liberador.
Me olvidé de buscar una “vida equilibrada”.
Lo único que me importaba en abril era cicatrizar.
Dinero, trabajo, ejercicio, leer, disciplina, conocer gente, salir, ahorrar, familia, dieta, dormir bien… que se alineará alrededor de ese eje como pudiera, y si no, no pasaba nada.
A lo mejor es porque soy muy miedoso con los temas de salud, pero así como dejé pasar 10 años, así me tomé de forma obsesiva cicatrizar bien…
Hielo, antibiótico, antiinflamatorio, reposo y estar con mínimo movimiento.
Acostado o sentado la mayor parte del tiempo, leyendo mucho, viendo mucha tele, haciendo un poquito de ejercicio para brazos y antebrazos, comiendo bien, sin dificultad para dormir.
Irónico que ninguna otra área se descuidó, incluso al regresar con la nutrióloga un mes después había bajado kilo y medio de grasa (sin azúcar, harina refinada, ni alcohol fue fácil), y abril ha sido el mejor mes económicamente desde antes de pandemia…
Sin buscarlo, y con una intención clarísima: solo cicatrizar.
Dejar de hacer… dejar de preocuparme por todo, y solo preocuparme por cerrar la piel.
Creo que no es tan fácil enfocarse y descubrir que en ese desequilibrio consciente todo se acomoda.
Creo que experiencias parecidas me han pasado cuando he tenido un problema muy grave que resolver, cuando viajo o cuando me enamoro de una persona o de una experiencia.
Ahí es muy fácil destinar todos los recursos a ser presente sin esfuerzo, soltar expectativas y sólo resolver lo inmediato.