Cuando veía historias de éxito de personas que se encontraron con mucha vulnerabilidad, me preguntaba cuánto  no hubiera hecho el protagonista con más recursos…

Sin darme cuenta que la misma adversidad es una fuente tremenda de creatividad y enfoque.

Si vivo escasez, tendré claridad sin esfuerzo. No habrá “prioridades”, sino Prioridad.

Es por eso por lo que me sorprende  lo que he podidl hacer en momentos de crisis, deuda, enfermedad o pérdida.

Se siente que no queda de otra, el análisis excesivo, la competencia, la comparación, la búsqueda de aprobación, el miedo al rechazo, la vergüenza, la indecisión, no han pesado tanto como cuando estoy “bien”.

Sin embargo, como el promedio de la vida no supone catástrofes, es fácil divagar y dispersarme.

Me parece bonito que no es necesario llegar  a una experiencia  traumática para lograr esa capacidad creativa.

Definir un espacio de exploración bien limitado ayuda a orientar recursos y profundizar.

Con 2 teclas de piano se puede hacer muchísimo. No se necesita un teclado entero.

Por eso es fácil hacer cosas cuando estoy enamorado o angustiado, hay una experiencia muy clara a la que quiero llegar y de la que quiero huir, incluso sin llegar al objetivo es fácil sumergirme en el proceso y sólo ejecutar.

Hay algunas preguntas que creo que pueden ayudar a definir esa gestión de recursos para sentir que lo que decido tiene propósito y que el tiempo pasa volando, para dejarme satisfecho con lo que hago y con lo que botó.

Estas preguntas son:

¿Cuál es mi lienzo?

¿Cuál es mi voz?

¿Cuál es mi elemento?

¿Cuál es mi momento?

Y las respuestas se van alinear con lo que me es fácil, con lo que yo minimizo pero el mundo me reconoce, con habilidades que tengo, disfruto y doy por supuestas.

 

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