La ironía de pelear por estar en paz

Uno libro – película, de los que más  me calan tienen por nombre un oxímoron:

El Guerrero Pacífico. 

Es un título muy gráfico que alinea oposición y diluye la tendencia al blanco y negro que nos regula en automático.

La propuesta del relato es profunda y creo que cada persona que lea o vea la historia recibirá un mensaje diferente de acuerdo a lo que esté viviendo.

El título me deja pensando en lo reactivo que soy cuando algo me inconforma.

No soy impulsivo en actos concretos, pero en mi interior sí me revoluciono demasiado.

Cuando algo me abruma, mi reacción inmediata es tratar de hacer o tratar de controlar, en esencia: LUCHAR por conseguir algo diferente a lo que experimento.

Aún cuando mi historia me evidencia que entre más lucho por sentirme “bien”, tardo más  en llegar a un estado de armonía, pasaron años (y sigue pasando tiempo), para percatarme que la LUCHA, en momentos de tensión emocional, tiende a amplificar lo que pretende resolver la mayoría de las veces.

Y que las excepciones en que parece solucionarlo, en realidad enquista el caos, es decir,  lo posterga con su respectiva cuota de interés energético agregado.

En estos días,  al escucharme y escuchar a los pacientes, me doy cuenta de cómo es recurrente la estrategia de querer apagar una fogata de sentimientos con gasolina visceral…

De luchar por dejar de luchar. De luchar por estar en paz.

La intención es legítima, pero el proceso que ocupamos es la causa del conflicto. Recurrimos al esfuerzo para estar tranquilos, y cuando esto no funciona, invertimos, de manera compulsiva, más esfuerzo…

 

Es normal que no sea evidente que ya construimos inercia con tanta lucha. Es también normal que nos lleve un rato modificar una estrategia que ya se sistematizo y que es muy popular culturalmente.

 

Cuando la lucha por estar bien se vuelve picar piedra, creo que algo que diluye ese ciclo es OBSERVAR.

 

Dejar de luchar no es tan factible cuando estamos vulnerables, aunque estemos exhaustos.

Lleva un rato modificar el ritmo.

Y creo, por experiencia propia, que un freno amable que lleva a implementar estrategias más efectivas que la lucha, viene a partir  de darme cuenta que en este momento soy un caballo desbocado o un pollo sin cabeza.

 

Respetar mi drama, sin justificarlo, pero sí observando, sintiendo y cachando mis juicios y mis expectativas.

 

OBSERVARME luchando ayuda a desplazar mi atención de mi objetivo o mi enemigo, a algo que es más cercano a mi control: mi consciencia y mis interpretaciones.

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2 comentarios en “La ironía de pelear por estar en paz”

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