El día que decepcioné a un paciente.

Hace un par de años, un paciente me dijo directamente:

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“Estoy decepcionado de ti.”

Y comenzó a compartirme su sentimiento de frustración por el inicio del trabajo que desarrollamos y como no se concretaba lo que él pretendía en un inicio.

 

Me dejó helado. Es un hombre bastante inteligente y me demostró múltiples argumentos que confirmaban su punto de vista. Comenzó a manotear y a ser agresivo. Yo estaba bloqueado.

 

Una vez un amigo me dijo: “si un paciente te dice que se va a ir de la terapia, te está diciendo que lo convenzas de no irse, el paciente que quiere irse de terapia, por lo general no te lo dice y simplemente lo hace.”

 

Tenía esa enseñanza en mente, mientras mi paciente se descargaba y me señalaba los errores y limitaciones de mi trabajo con él.

 

De repente, se detuvo y me pidió que le respondiera. No podía pensar, estaba asustado, me sentía un fracaso y poco profesional… También apreciaba que tuviera la franqueza de decir las cosas directamente y sentía que se merecía una respuesta digna. Lo único que se me ocurrió hacer fue ser sincero y declararle mi bloqueo en ese momento, aún a riesgo de parecer más inepto de lo que ya me sentía. Agregué que sentía que merecía una respuesta y que en ese momento no podía dársela, salvo que fuera una sintética de libro de escuela de psicología que sólo lo decepcionaría más.

 

Le pedí una última sesión de terapia en otro momento para que me permitiera organizar mis pensamientos y emociones, de tal modo que le diéramos continuidad o conclusión a su proceso.

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Él, aunque frustrado, se mostró de acuerdo.

 

Muy molesto, me tendió la mano y me dijo que sí, que seguía muy decepcionado, que se llevaba carcajadas y una amistad, pero no los beneficios de una terapia.

 

Posteriormente le mandé un mensaje para proponerle un horario, él aceptó y hablamos, reconocí mis sesgos y el sentimiento de fragilidad que había sentido en la sesión previa, y le dije que parte del enojo que tenía conmigo era legítimo, pero que también era parte de un enojo que sentía consigo y me repartía. Él negó. Yo le dije que en ese momento todo lo que dijera, por más argumentos que tuviera, sería bloqueado, porque él estaba encabronado…

 

Él se quedo pensando un poco más…

 

Hasta la fecha seguimos trabajando juntos. De eso hace dos años. Una de las razones por las que este paciente me comparte que sigue trabajando conmigo, aún con mis limitaciones y sesgos, es porque existe un espacio en el que puede ser auténtico, en el que puede escucharse a sí mismo, sin tener que decir algo para obtener una respuesta de la otra parte.

 

Esa autenticidad vino de tener la capacidad de reconocer un error, en lugar de evadirlo, o justificarlo, de reconocer que uno puede equivocarse y tener la disposición de aclarar y reparar. No es malo equivocarse, pero genera cierto alivio encontrar la disposición de resolver un error reconocido.

 

Arturo Hernández Vera, especialista en dependencia emocional, infidelidad, celos y resolver ruptura de pareja

Psicólogos y terapia individual y terapia de pareja en el D.F., ahora CDMX.

artherver@yahoo.com.mx

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6 comentarios en “El día que decepcioné a un paciente.”

  1. Muchas gracias, Arturo por tu sencillez, por el otro lado de la cara de la moneda, uno como paciente quiere recuperarse al instante, mas cuando se trata de una depresion ¨¨ fuerte, queremos los alivios como si ustedes tuvieran la varita magica, debemos de entender que no estamos en lo correcto, como seres humanos tambien tienen sus debilidades y, esta comprobado que estudiar la mente es lo mas dificil de la vida.
    Que dios te bendiga y, te siga dando mas sabiduria por el bien de tus pacientes y de sus familias.

  2. Pues en mi caso fue muy gratificante porque tú fuiste el único que apostó por mi y después por mi pareja juntos y desde la primera sesión me mostraste aspectos muy positivos de mi que yo no había notado, hicimos planes de acción concretos que me sirvieron mucho y aunque fue breve el tiempo que duró mi terapia aún sigo disfrutando los beneficios, gracias Arturo, Dios te bendiga.

  3. Arturo fuiste mi linterna que me acompañó en mi proceso de pérdida. Guiandome a conectarme con mis pensamientos así como emociones. De no haber llegado contigo las consecuencias para mi hubieran sido más complicadas. Mi disposición me ayudó mucho por la confianza que me brindaste desde mi primera sesión. Tu profesionalismo y compromiso que tenías conmigo me permite que por este medio te reconozca y así mismo agradecerte ese apoyo profesional que hay en ti. Mi más eterno agradecimiento. Saludos.

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