0. Empezar por el final

0. Empezar por el final

1am del domingo. Estoy exhausto. Llevo 3 horas leyendo las conversaciones de Instagram de mi exprometida con su enamorado, incluso conversaban en tiempo real, mientras leía sin que ninguno de los dos se diera cuenta.

No tiendo a ser una persona explosiva, ni impulsiva, aún cuando me preocupo haberle hecho un hoyo a una puerta para abrirla a la fuerza pocos días antes. Creo que si lo fuera, la Tablet hubiera salido volando por la ventana y algo hubiera hecho con la maleta de ella con lencería nueva y regalos que llevaba para su aventura en Europa.

Había revisado su Facebook, su correo, no encontré nada, salvo una conversación con un amigo suyo en la que le decía que iba a un lugar que sólo mencionaría una vez establecida, y que iba en busca del amor. Eso me llevo a ver su correo electrónico, encontré una carpeta que decía “Caso importante”, la abrí. Había dos correos, uno con una captura de pantalla de una selfie, era un muchacho con rostro bonachón gordito y con barba cuidada. Vi un nombre en la esquina superior izquierda, lo busqué en su Facebook, cero conversaciones, ni siquiera se tenían agregados en el Messenger…
El otro correo era un seguro de gastos médicos mayores para 90 días en Europa. Ella me había platicado del chico de la foto, en algunas ocasiones, ya me había compartido que vivía en Europa por obtener una beca para trabajar allá, desde 2012.
Empecé a organizar la información que había stalkeado, y muchas cosas raras de las últimas semanas comenzaron a aclararse…

Tres semanas antes me devolvía el anillo de compromiso en un Sanborns, escoltada por su papá, para decirme que terminaba la relación porque se le presentaba una oportunidad de trabajo muy prometedora en San Diego y en Tijuana en una compañía de construcción propiedad del mejor amigo de su papá.
Me tragué la historia completita, me dio coraje que me lo dijera frente a su papá, pero también me sorprendió aclararme porque la notaba tan distante. Me sorprendió abrazarla, decirle que quería apoyarla en su transición y que quería quedarme con el departamento y sus gatos.

Conforme pasaron esas tres semanas, la relación osciló entre su indiferencia y mis ruegos por su atención, ternura y disposición de su parte cuando se sentía vulnerable, y unos jugueteos sexuales muy, muy intensos. Ese ciclo me ponía cada vez me sentía más ansioso, y parecía que lo único predecible era su frialdad, seguida de su búsqueda cuando yo me alejaba para evitar su indiferencia.
Nos empezamos a utilizar, la invitaba a cenar o al cine, pagar su ginecólogo, comprarle cosas que quería, como una manera de no sentir tanta ansiedad o vacío, me dedicaba a comprarla, y ella al andar con presiones económicas próximas al viaje, se dejaba consentir o sugería que la apoyara.

Capítulo 1 Al psicologo especialista en ruptura de pareja le toca lamerse sus heridas

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