Sólo voy y me presento.

Un amigo  lo dijo y me orientó.

Se refería a escalar por primera vez. Iba con miedo y con curiosidad.

Me djio que esa frase acentuó la invitación a ir.

 

Me dejó pensando en lo esencial de una inercia.

Ese acto de presentarme puede soltar una catarata de disposición si me acomodo físicamente en la experiencia.

 

No soy una persona impulsiva, así que a mí me es útil ya que sobrepienso.

 

Surgen juicios de que es aburrido, de que debe ser tan estimulante como la última vez, de que debería de ser de otra forma.

 

Siempre una expectativa, incluso “no tengas expectativas” ya es un boceto.

 

Por eso me parece revelador, por su practicidad, ése “sólo voy y me presento.”

 

No se pelea con mis prejuicios o mi dificultad para fluir, ser presente o dejarme sorprender…

 

Me llevo mi costal de sesgos y me presento en lugar de tratar de rechazarlo y que se me adhiera como sanguijuela.

 

Con miedo, con torpeza, con ilusión, ése “sólo voy y me presento”, me aligera de un plan de ruta pesado y acartonado y me sugiere que las brújulas y mapas que pueda requerir aparecerán cuando se necesiten.

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