La mascada en mi cara

Como una bofetada.

Me agarró desprevenido que me aventara su mascada a la cara en medio de la clase.

No fue sólo 1, durante toda la clase, la maestra me aventó 3 veces su máscada frente a mis compañeros.

¿Cuál era mi pensamiento cuando me llegó la primera vez?

Si me iría en Uber de la clase a un baile. No recuerdo en que me distraía las otras 2 ocasiones.

Primera lección de la mascada: No soy presente.

Segunda: mi dificultad para recibir, en consecuencia:

Tercera: mi poca habilidad para cachar, también  relacionada con:

Cuarta: mi necesidad de aprender a improvisar.

Quinta: trabajar los llamados de atención a dialogar con el otro, y en consecuencia:

Sexta: aprender a responder en sintonía con la otra persona.

 

 

Desmenuzo mis aprendizajes a continuación:

Primera lección de la mascada: No soy presente.

Divago, en lugar de atender una clase que me gusta, andaba pensando en lo que haría después.

Y la estrategia de lanzarme algo a la cara, aunque algo brusca, fue un recurso didáctico eficiente para anclarme en el momento y apagar mi pensamiento errático…

por unos segundos.

 

Segunda: mi dificultad para recibir se junta con la tercera lección de mi poca habilidad para cachar:

me cuesta trabajo adaptarme a lo nuevo, tiendo a ser muy estructurado y eso me complica integrar algo inesperado; por eso mis reflejos adormilados para cachar algo, 3 veces, aún con antecedentes…

 

Cuarta: mi necesidad de aprender a improvisar.

De ese letargo en capacidad de reacción, salvo en momentos de absoluta crisis, viene la consciencia de entrenarme en improvisar, en dar bocaditos de caos en momentos de tranquilidad, para recibir con más disposición lo impredecible que llegará en un futuro.

 

Quinta: trabajar los llamados de atención a dialogar con el otro, que se conecta con la sexta enseñanza de responder en sintonía con la otra persona.

En particular me resulta más fácil dialogar con personas en el trabajo o con experiencias físicas aisladas como cuando escalo. Si hay contacto físico y emociones, tiendo a cerrarme y mi receptividad se merma. Se me hizo puntual que la maestra me dijera algo que para un observador externo sería  evidente:

“Si te estoy aventando algo, es porque quiero conectar contigo, y si lo estoy haciendo con agresividad, a lo mejor te corresponde lanzármela igual o poner  un límite…”

Ahí me caen un par de veintes: por un lado, que a veces no registro el código del otro, sea persona o evento de vida porque trato de alinearlo con mis expectativas.

Por otro lado, descubro que mis reacciones inconscientes obligan a que la experiencia que no integro, se repita y se vuelva más estruendosa cada vez…

Así  como puede ser una mascada, puede ser una enfermedad, o una relación tormentosa, o una piedra recurrente con la que tropiezo.

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6 comentarios en “La mascada en mi cara”

  1. Me pasa seguido que siempre estoy pensando de más las cosas, que de alguna manera me abre a posibilidad de no comprender que eso me hace “daño”.
    Pero me cuesta, poder enforcarme en lo que esta pasando realmente.
    Y cuando reacciono y piso el suelo (presente, el ahora), despues de un par de horas o de día vuelvo a lo mismo.
    Y sí, probablemente me cierro a poder canalizar lo que esta pasando (situación).

    1. Es frecuente que nos amañemos con sobreanalizar algo que sacude nuestras emociones, como una reacción que trata de controlar un exceso de emoción…

      …y de ahí empezar a dar bandazos entre el pasado, el futuro y múltiples posibilidades…

      Y en consecuencia, pasearnos para canalizar, bloquear, utilizar la situación que la vida nos lanza en la cara…

      Pero aunque parece frustrante, ya empezaste a ejecutar cambios Montse, ya estás observando la dinámica que describes.

      Te distancias por momentos de ella y, en algún momento, no sólo observarás, sino que empezarás a adueñarte sin esfuerzo del exceso de análisis y de los reflejos que lanzamos cuando algo “dañe”.

      ¡Gracias por comentar!

  2. Qué interesante forma de verlo, Arturo!
    La verdad es que a veces si necesito dos o tres mascadazos para darme cuenta que la estoy kgndo, aunque resulta extraño sentir que no me lo merecía y después pensar “pues claro que lo merecías, lo estabas haciendo realmente mal desperdiciando recursos en cosas que no iban a pasar” por ejemplo, cuando entro en ansiedad y la ocupo para evadir mi presente.
    Gracias por la entrada, Doc!!!

    1. Y de los mascadazos múltiples que parecen bucle, comenzaremos a generar nuevos resultados cuando, asumamos ese diálogo con nosotros mismos, como un instrumento para ser conscientes agarrando nuestros dramas personales como un materia prima para observarnos en tiempo real.

      ¡Gracias por escribir Soledad!

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