Diferencias y coincidencias

Una de las contradicciones que más escucho en el consultorio, o vivo, viene de la siguiente frase en momentos dolorosos:

“quiero estar 《bien》”.

La ironía sucede que después de estar “bien”, mucho rato, una parte de nosotros busca drama, se endeuda, se enferma, se satura de compromisos en un momento de manía, o amenaza en un arranque de coraje, sin dimensionar que esas ejecuciones ocasionarán de todo, excepto esa armonía que añoramos en momentos de incertidumbre…

Una de las ideas que acentúan esta dinámica viene de la convención de tener una vida “equilibrada”.

Esta noción me parece peligrosa, porque sesga que somos criaturas orgánicas que tendrán necesidades cambiantes en momentos de vida diversos.

Una intención que me parece más funcional es el reconocimiento del desequilibrio y la renuencia al cambio, para jugar con el centro de gravedad y estar atento a que mi jerarquía de valores va a evolucionar…

A veces el dinero sí ocupará el primer lugar del podio, en otras ocasiones quizá no generaré tanto, pero necesitaré restaurarme, en otras me convendrá desvelarme, comer y beber para cultivar mis relaciones…

Un principio que me ayuda a saborear el desequilibrio y a integrarlo con estructura y rutina es:

Aprendo en las diferencias, reposo en las coincidencias.

Reconozco y cultivo un arrullo entre necesidad de certeza y búsqueda de matices.

Creo que parte de la sabiduría de vida es saber transitar de la variedad a la estabilidad, de la certeza al caos de la incertidumbre.

Esto es hallar mi centro de gravedad particular, jugar con él, explorarlo, sin que sólo la crisis o el deseo sean las brújulas que lo orienten.

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4 comentarios en “Diferencias y coincidencias”

  1. Qué difícil, ponerlo en práctica.
    Estamos acostumbrados a una rutina errónea de “acción-reacción” que en la mayoría del tiempo no es certera.

    Pero cuando pones a trabajar tu consiente, para poder lograr ese equilibrio aunque es degastante cuando llegas al centro, el chicle sabe delicioso y lo disfrutas.

  2. Me inquieta el saber que seremos más funcionales en base al reconocimiento de nuestro desequilibrio.

    Coincido con Montse en el hecho de que estamos más hechos a las rutinas conocidas, y tal vez sean estas las que debamos modificar.

    1. Tu inquietud es legítima Antonio, es fácil caer en la inercia de ver únicamente el equilibrio como vía absoluta de respuesta, cuando para lograrlo muchas veces exploramos extremos y matices de un espectro de acuerdo a las necesidades de nuestro momento y contexto, que se encuentra en constante evolución.

      Y poner en pausa nuestras rutinas, nos posibilita flexibilidad y alivio cuando el esfuerzo y la lógica no brindan resultados nuevos en nuestros retos.

      Gracias por comentar!

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