Perder tiempo, ganar consciencia.

Despierto 4am sin planearlo. Lunes.

Pido un coche a la casa de mi papá y mi tío donde pasé la noche, para que me lleve a mis rumbos.

Llegó a un Starbucks y me quedo con la vista perdida. 6am, vacío, silencioso.

No me gusta el tráfico, es rarísimo que lo experimente. Parece que mi cuerpo lo entiende y por eso se levanta tan temprano, no duda en madrugar si eso le permite escaparse de la saturación de quedarse en una jaulita con ruedas rodeado de otras jaulitas.

Cometo sin darme cuenta uno de los máximos sacrilegios, de esos que ofenden las convenciones, me cacho: PERDIENDO EL TIEMPO.

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